jueves, 31 de mayo de 2007

Noche de cine: Volver y después...

-No me digas eso Raymunda…que mes vas a hacer llorar…

y los fantasmas no lloran.

Salí del cine con la sensación de estar asomándome desde adentro de mi propio cuerpo; más precisamente desde los bordes de mis ojos. Todo es más leve: la gente y sus gestos, la puerta de vaivén, el aliento de la noche.

Emprendo mi caminata hacia la calle donde pasan los autobuses; la misma en la cual, durante las frenéticas jornadas laborales parecen pasar TODOS los autobuses que existen. Tal es el estruendo y el frenesí cotidiano. Sin embargo esta noche un extraño silencio perdura pese a que yo me acerco cada vez más al lugar.

Una calma inusual se derrama sobre esta parte del centro de la ciudad, sin que transmita nada sobrenatural: solo calma.

Calma.

Ya en la parada, mientras espero, las múltiples conversaciones y el estrépito de los vehículos atentan contra esta noche especial. Yo continúo asomándome desde una mirada que siento distinta.

A través de la ventanilla pasan escenas inconexas que transmiten una profunda tristeza: una ventana cuadrada, enrejada, iluminada en exceso desde adentro, en el medio de una cuadra de fachadas oscuras; como una pequeña pantalla indiscreta tras la cual una señora mayor espera vender algo, a alguien, a la hora en que otros están ya en su casa cómodamente; una barriada pobre, más ventanas, centelleos de un brillo uniforme, rítmico: televisores. Destellos coordinados, silencio y…la noche nuevamente goteando rutina.

jueves, 24 de mayo de 2007

La gota que rebasa el vaso

La Cámara de Representantes estadounidense aprobó por abrumadora mayoría el proyecto de ley del oficialismo republicano que contempla la creación de una valla de 1.200 kilómetros en la frontera sur que une (¿o separa?) Estados Unidos con México. La norma promueve la construcción de un muro en el sector de la frontera que es principal punto de ingreso de inmigrantes ilegales. Esa iniciativa, rechazada oficialmente por la cancillería mexicana, ha reavivado fuertes críticas desde la comunidad latina de los Estados Unidos. Esta tendencia mundial asoma como solución a los conflictos bilaterales en diferentes puntos del planeta; esto ocurre a diecisiete años de la caída del emblemático muro de Berlín.

Una gran paradoja de nuestro tiempo globalizado permite el libre mercado y la libre circulación de mercancías, de depósitos, de información (y de algún que otro ejército poderoso), pero restringe cada vez más el libre tránsito de seres humanos por el mundo. La actual tendencia hace prever que las personas quedarán cada vez más aisladas según su procedencia. Así parece al considerar los muros que Israel construye frente a Cisjordania, el mencionado que E.E.U.U. construirá en la frontera con México, los de España en Ceuta y Melilla, y los que también planean construir entre Chipre y Turquía; Corea de Norte y Corea del Sur; India y Paquistán; India y Bangladesh; Bostwana y Zimbabwe; Arabia Saudita y Yemen; Kirguistán y Uzbekistán; Tailandia y Malasia, sin contar ese muro líquido que se ha tragado centenares de pateras cargadas de africanos y expectativas. Según parece, la “aldea global” no fue planeada para tantos y entonces se reserva el derecho de admisión y permanencia.

En pleno desarrollo de este tipo de políticas internacionales, ambientes tan prósperos para la creación cultural como siempre fueron las orillas, las fronteras, se convierten en angustiantes vacíos de hormigón armado y alambres de púa. Cabe replantear un análisis de la importancia de estos espacios para el desarrollo del ser humano desde tiempos remotos: que hubiera sido de la filosofía sin esa preocupación metafísica por los límites (el más allá, Platón y el mundo de las ideas, Kant, San Agustín, Tomás Moro, Nieszche, entre otros) o de la música sin esa mixtura generada por el cruce de culturas (jazz, tango, hip- hop, candombe, samba, blues, bossa nova). Qué sería de la producción literaria en general, qué Comala o Macondo, esos lugares de convivencia entre los vivos y las ánimas, esas fronteras libres, describirían Rulfo y García Márquez. Sin esa libre vivencia de las fronteras, cuántas aventuras frustradas…triste Ulises.

El alarmante avance de la intolerancia plantea la sospecha ante lo desconocido y lo extranjero, que luego asociará gradualmente a amenaza, terrorismo, y enemigo. Esta peligrosa lectura de la realidad se aplica también en el interior de nuestros países, donde los muros adquieren características de discriminación explícita y simbólica, ya sea por cuestiones de género, nacionalidad, salud o situación económica. Entre estas formas de murallas debemos incluir los discursos de líderes políticos: “los muros de palabras opacas, (…) muros verbales para ocultar lo que está sucediendo mientras la topadora (globalizadora) sigue desmantelando”.

Frente a este panorama mundial, parece oportuno recordar que las culturas se construyen en el despliegue de la gente en sus espacios y que tanto la realidad como la cultura son conceptos en construcción, lo cual requiere diálogo, tolerancia y reconocimiento de la diversidad como un valioso aporte a la pluralidad de la comunidad internacional.



[1] Radio Francia Internacional, 20 de septiembre de 2006.

[2] “Los muros de la globalización ya dividen a veintisiete países”, Néstor Restivo, Clarín, Abril de 2006.

[3] John Berger, Clarín, 2006.

jueves, 17 de mayo de 2007

Entrevista a Jorge Halperín: “El periodismo bien ejercido siempre es un foco de resistencia”

Jorge Halperín nos citó en el café “Encuentros”. Esa fría y soleada mañana llegó puntualmente a la vidriada esquina de Lacroze y Alvarez Thomas. Traía el diario Clarín del día bajo su brazo, con la solemne naturalidad de los ritos cotidianos.

Pelo plateado, ojos azules tras los lentes, mirada inquisidora, estatura mediana. Su vestimenta era una clara síntesis de sencillez, informalidad y prolijidad. Su saludo fue precedido por una sonrisa agradable.

El diálogo comenzó a discurrir rápidamente sobre el tema de la entrevista: el ejercicio el periodismo y los medios de comunicación vistos desde su destacada trayectoria. Reconocido entrevistador, (ha publicado entrevistas con John Berger, Noam Chomsky, José Saramago, John Sulston y John K. Galbrayth, entre otros intelectuales y científicos), Halperín comenzó por recordar sus inicios en el periodismo: Su ingreso al diario La Razón se produjo luego de colocar su nombre seguido de su número telefónico al final de un trabajo de la facultad, esperando ilusionado que, de gustarle el trabajo, el profesor lo tuviera en cuenta para algún trabajo en el medio.

Esto finalmente ocurrió y le posibilitó acceder al medio en el cual continuaría trabajando varios años. El mozo levantó el pedido y en el bar crecía el murmullo. El experimentado periodista destacó que en su acercamiento al género de la entrevista se produjo por un encargo profesional que no terminaba de agradarle: “Me encargaron que entrevistara a una vedette o modelo por día y yo, que en ese momento cursaba Filosofía en la facultad, no me sentía muy conforme con lo que podía obtener de esas entrevistas. Con el tiempo comprobé que aquellos esfuerzos por buscar aspectos creativos redundaron en beneficios para mis estrategias a la hora de encarar una entrevista.”

Consultado acerca del manejo de la ansiedad por aquellos que están recién recibidos y no logran insertarse en los medios, dijo: “El tiempo de espera en nuestra profesión siempre debemos emplearlo en capacitarnos y mantenernos activos, aunque de momento no sea en la rama del periodismo que preferiríamos. Una paradoja de nuestro tiempo es que en esta era mediática, los periodistas muchas veces trabajan en condiciones laborales precarias y eso tiene que ver con la política de muchos medios masivos de comunicación.

Al plantearle como posible contrapunto a los medios alternativos de periodismo comunitario, aseguró: “El periodismo bien ejercido siempre es un foco de resistencia”. Desde las mesas contiguas llegaban miradas curiosas, generadas por los grabadores posados sobre la pequeña mesa.

El camarero sirvió el pedido mientras el diálogo se dirigía animadamente a los condicionamientos que los grandes medios, como Clarín, pueden imponer a una labor periodística que pretende ser intachable: “En mayor o menor medida, el periodista siempre está condicionado. A veces por una explícita presión del medio, o por criterios divergentes con un compañero, otras por la propia inexperiencia o incapacidad”. Ante su firme respuesta, añadimos a la publicidad como un factor clave en ese condicionamiento, “la publicidad siempre es peligrosa, pero no siempre se constituye en factor de presión o censura. En el área cultural, por ejemplo, es mucho más improbable que eso ocurra”, aseguró.

Planteada la viabilidad de llevar adelante un proyecto periodístico no comercial, con un fuerte componente educativo, el reconocido periodista destacó que “habría que ver las posibilidades de concreción del mismo… …en el medio gráfico no parece imposible, pero en televisión es impensado por el deseo de lucro excluyente: En el contexto actual, no se puede hacer TV y no ser de derecha”.

A esta altura de la conversación, habíamos excedido ampliamente el tiempo pautado para la misma. Jorge Halperín se despidió y nosotros nos quedamos sentados, en silencio. Masticando preguntas. “Dada la talla el entrevistado eran muchas más de las que pueden hacerse en una entrevista”, intentamos consolarnos. Pagamos y salimos a la calle.

(Entrevista realizada por Francisco González Brizuela y Cristian Maldonado. Fotografía, diario Página 12 )