jueves, 19 de julio de 2007

Que lo parió...


"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro".

Esta tarde murió "el negro " Fotanarrosa. Murió, que palabra de mierda.

De este talentoso y originalísimo humorista/dibujante tuve noticias desde niño por mi madre, la cual cada vez que podía compraba algún libro de Inodoro Pereyra. Cuando la guita no alcanzaba, los pedía prestados.

Esos días, a la hora de la siesta yo la escuchaba reirse sin tapujos en su habitación. Entonces me llamaba y yo dejaba los juegos para compartir los comentarios de ese queridísimo gaucho. Y de Mendieta; ese fue el único perro admitido en casa.

Las primeras líneas de sus deshinibidos cuentos me las comentó primero, y luego me las acercó en los textos, un amigo entrañable que no puede evocarlo sin endurecer espasmódicamente el abdomen. Tiene razón, ¿quién recurrió a las puteadas tan oportunamente como él?

Tendré que llamar a mi vieja; como decirle...hoy se irá dormir triste. Ella tan creyente, seguro que hasta rezará por su alma.
Yo, mientras tanto, no dejo de pensar como se ensañó el azar con este buen tipo...que lo parió.


(Fotografía, diario Clarín)

jueves, 12 de julio de 2007

Pequeña Orquesta Reincidentes: música al rescate

Esta tarde, en la soledad de la casa comenzó a sonar el último trabajo de la Pequeña Orquesta Reincidentes: Capricho. La llamita del calefactor era lo más entusiasta de la jornada hasta que la música comenzó a derramarse.

Los sonidos que irrumpen invariablemente en una casa sola se llamaron a silencio.
Nyigo Nyigo embriaga con su melancolía sutil. Sin duda le hubiera encantado a La Maga.

Llega el turno de la banda sonora de la película Wisky; evoca inmediatamente escenas del film uruguayo y por momentos algunos personajes acuden infiltrados entre vidrios y espejos.
Es extraño el silencio de la casa. Gracias teléfono, gracias vecinos y bocinas...
Comienza a latir Colmena. Bailamos con la llamita.

En Capricho -como en sus discos anteriores- hay poesía de lo cotidiano, melodías francesas, gitanas, tangueras, rock, jazz. Un deleite. Brisa entre los hits al por mayor y el plástico.
Se están por silenciar los sesenta y ocho minutos de música. Las sombras escuchan tras la puerta.